Irak : la guerra por el petroleo

La primera consecuencia de un ataque estadounidense contra Irak en el mercado petrolero será la de un incremento de los precios. La cotización se dispararía a una banda de entre 35 y 50 dólares por barril, según el consenso generalizado de los expertos del sector. Tras una guerra corta y un cambio de régimen en Bagdad (Irak), como prevé los estrategas norteamericanos, el mercado petrolero será básicamente “más predecible, estable y seguro, y los precios serán más bajos”. A ninguno de los expertos se le escapa la importancia estratégica que tiene el petróleo para los EE.UU., los mayores importadores de crudo del mundo, y el hecho de que Irak tenga las segundas mayores reservas probadas del mundo, 112 mil millones de barriles. El petróleo iraquí, además de ser abundante, es de calidad media y su coste de extracción está entre los más bajos. Sobre este potencial petrolero iraquí, se basa todo el análisis del futuro del mercado petrolero. Analistas del Instituto del Petróleo de Londres piensan que tras la guerra, las empresas petroleras internacionales tardarían menos de un año en llevar la producción iraquí, del millón y medio actual, al doble. En un par de años, con las actuales tecnologías de exploración y prospección, Irak puede llegar a convertirse en el segundo mayor productor y exportador de crudo del mundo, detrás de Arabia Saudita, con casi seis millones de barriles diarios. Los EE.UU., producen mucho petróleo, casi seis millones de barriles diarios, pero la economía estadounidense necesita más de tres veces esa cantidad para funcionar. En 2001, los EE.UU., importaron 11.6 millones de barriles diarios y más del 20 por ciento de ese crudo era Saudita. Esa dependencia ya había sido motivo más que suficiente para que el ex presidente Bush (padre) interviniese rápidamente en defensa de sus aliados y socios, Kuwait y Arabia Saudita, cuando éstos fueron invadidos por Irak en 1991. Lo que los EE.UU., temen, según los expertos, es la inestabilidad política del reino saudita en manos de los integristas islámicos y, como consecuencia de ello, aparece la amenaza de una interrupción del suministro de crudo que no podría ser ni siquiera compensado por la producción del mar Caspio, que se prevé que para 2005 estará bastante desarrollada, ni por Rusia, que no sólo se halla al borde de su potencial productor, sino que tampoco es políticamente fiable por completo. El petróleo de Irak no libra a los EE.UU., de su dependencia del crudo saudita por completo, pero supone una especie de “seguro energético” en el caso de una crisis. Los EE.UU., buscan, diversificar sus fuentes de energía para asegurarse un flujo permanente y suficiente de crudo. Arabia Saudita, en el mundo petrolero, es irreemplazable por completo, ya que es el único país capaz de producir hasta 12 millones de barriles diarios y sus reservas doblan las iraquíes. Los saudíes pueden, por sí solos, disparar o hundir los precios del mercado petrolero, porque son capaces de dejar de extraer todo lo que quieran o de poner en el mercado dos millones de barriles diarios en un plazo de noventa días. Un gobierno “amigo” en Bagdad daría muchas más garantías a los EE.UU., de que contarán con el crudo que necesita para funcionar y seguir creciendo económicamente. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha previsto que las importaciones de crudo estadounidenses se eleven a 14.3 millones de barriles diarios en 2010 y a 16.7 millones en 2020; es decir, el 63 por ciento de la demanda prevista para el país. En todo el mundo, se prevé que el consumo de crudo, especialmente en los países industrializados, aumente de los actuales 75 millones de barriles diarios a 120 millones en 2030. Los EE.UU., en una aparente referencia a los precios del cártel de la OPEP, calificaron de dañinos los altos precios del crudo, y dijeron que perjudicaban potencialmente el crecimiento económico mundial. “Los altos precios podrían producir una indeseable onda expansiva en las economías del mundo”, dijo el Secretario de Energía estadounidense, Spencer Abraham. Señaló que los precios volátiles provocan “cada vez más problemas en la economía mundial”. Por su parte, la comisionada de Energía de la Unión Europea, Loyola de Palacio, dijo: “hay preocupación de que los precios del petróleo estén en el límite. Eso no ayuda a la recuperación económica, que está tomando más tiempo de lo esperado. En nuestra opinión el verdadero precio, equilibrado a largo plazo, es de poco más de veinte dólares (por barril)”. El cambio de régimen en Bagdad también debilitaría a la OPEP, puesto que el país volvería a tener voz y voto en la organización y los nuevos representantes iraquíes en el seno del cartel serían más “comprensivos”, con los intereses de Occidente. La mayor producción iraquí y el debilitamiento de la OPEP provocarían, según los analistas, el descenso de los precios, hasta un rango entre los 20 y 22 dólares, de los que se beneficiarán los países industrializados. Los países industrializados necesitan financiar su recuperación económica con un barril a veinte dólares. Cuanto más caro sea el crudo, más tardará en llegar esa recuperación económica. No hay que olvidar que el petróleo del Medio Oriente, en concreto el saudita, es uno de los factores que permitieron el origen del american dream (sueño americano) en los años cincuenta y sesenta del siglo XX. Sin el petróleo saudita, los EE.UU., jamás se hubiesen convertido en la potencia que son. Hoy, necesitan del petróleo iraquí para controlar el mercado y salir de la actual recesión económica.

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